En esta entrada trataremos las características generales de la epilepsia en la infancia, y más adelante concretaremos; ya que en los niños se producen diferentes casos de crisis, dependiendo de las enfermedades o de las fases de crecimiento. La incidencia de la epilepsia en niños de 40-50 de cada 100.000.
Que un niño sea epiléptico, no quiere decir que lo sea de por vida; ya que en muchos casos, esta enfermedad puede desaparecer con el paso de los años y el desarrollo del niño.
Que un niño sea epiléptico, no quiere decir que lo sea de por vida; ya que en muchos casos, esta enfermedad puede desaparecer con el paso de los años y el desarrollo del niño.
¿Cómo saber si un niño es epiléptico?
Es importante saber que los niños suelen sufrir a menudo ataques episódicos (espasmos del sollozo, sonambulismo, terrores nocturnos,...) que pueden ser interpretados como epilepsia pero no lo son. Es necesario distinguirlos ya que este tipo de ataques suelen desaparecer con la edad y sin ningún tipo de tratamiento.
Uno niño padece epilepsia cuando padece dos o más crisis convulsivas sin factores desencadenantes claros, como fiebre. Además, puede perder el conocimiento, presenta ausencias breves o suspende su actividad consciente de forma momentánea pero reiterada. Presenta también contracciones musculares violentas, alteraciones bucales, náuseas o sudoración excesivas acompañadas de movimientos anormales.
¿Qué puede provocar una crisis epiléptica?
Son muchos los factores que pueden provocar crisis epilépticas en niños. En 7 de cada 10 casos no se puede identificar causa alguna, en el resto se pueden descubrir:
- Problemas del desarrollo cerebral durante el embarazo
- Falta de oxígeno durante o después del parto
- Traumatismos craneoencefálicos
- Tumores cerebrales (poco habituales en niños pequeños)
- Una convulsión febril muy prolongada
- Encefalitis o meningitis
- Casos de epilepsia en los familiares.
A parte de eso, en la aparición de un ataque de epilepsia infantil pueden influir los cambios de tiempo, los cambios de ciclos lunares, la falta de sueño y las alteraciones en el descanso nocturno, factores todos ellos que incrementen las posibilidades de sufrir una crisis en niños ya predispuestos a esta enfermedad neurológica.
El diagnóstico y tratamiento:
Afortunadamente, la mayoría de los niños que la padecen pueden ser controlados con la medicación antiepiléptica. Excepcionalmente, se presentan crisis resistentes a múltiples tratamientos y, en ocasiones, necesitan enfoques diferentes como cirugía, un tipo de dieta llamada cetogénica o la implantación de un marcapasos en el nervio vago. Deben evitarse los factores que se sabe desencadenan un ataque en un niño determinado, tales como la televisión, videojuegos o luces de discoteca.
Algunos casos de epilepsia infantil se resuelven por si solos con el paso del tiempo, mientras la mayoría necesita tratamiento. Para confirmar un diagnóstico de epilepsia es necesario que se haga un electroencefalograma, un escáner y una resonancia. Los medicamentos pueden controlar las crisis epilépticas en la mayoría de los niños. Normalmente, se comercializan en forma de comprimidos, jarabe o cápsulas. Es posible que el niño tenga molestias de estómago durante los primeros días o semanas al comenzar el tratamiento. Cualquier molestia que sienta el niño durante este periodo debe ser comunicada al médico.
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